martes, 24 de enero de 2012

La cautivante magia de las maletas antiguas

Me gustan los bolsos, mochilas, morrales y maletas de diferentes tamaños, materiales, texturas y colores, pero he de confesar que desde hace un par de años mi fascinación por las maletas antiguas ha ido en aumento.

Desde la prehistoria los seres humanos hemos utilizado diversos materiales para crear artículos que nos ayuden a transportar objetos valiosos, o bien necesarios, cuando nos desplazamos. Fue hasta el siglo XIX que las maletas tomaron la forma tan familiar que ahora conocemos.

En aquellos tiempos, como diría mi querida abuela que en paz descanse, las maletas eran  pesadas, fabricadas con materiales duraderos como el cuero y con marcos de madera gruesa, ya que debían soportar los movimientos bruscos de los carruajes en su paso por calles sin pavimentar y hacerle frente a las inclemencias del tiempo.

Con el paso del tiempo la creación de maletas progresó a la par de las necesidades de los viajeros y claro, de la evolución de los medios de transporte. Ahora, podemos comprar maletas hechas con diversos materiales que las hacen resistentes, flexibles y ligeras.

Sin embargo, la magia de esas maletas pesadas y viejas quedó intacta. Me encanta encontrar maletas y preguntarme ¿A quién habrán pertenecido? ¿Dónde y cuánto tiempo habrán estado guardadas? ¿Qué lugares habrán recorrido con ellas? ¿Qué objetos valiosos habrán estado en ellas?

¡Sería increíble tener en mis manos una maleta así, tan llena de historias! Por eso, cuando tengo tiempo me gusta ir a mercados y tianguis como el de San Felipe de Jesús, Lagunilla y La Bola  -todos ellos ubicados en la Ciudad de México- para ver qué tesoros exponen los vendedores de antigüedades.

Y ustedes, ¿tienen alguna maleta antigua que aún esté dispuesta a llenarse de historias?


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