San Agustinillo, en busca de la ola perfecta

El trayecto comenzó un viernes por la madrugada para evitarnos el tedioso tráfico. Revisamos de nueva cuenta nuestras mochilas, hicimos unos emparedados para desayunar, nos subimos al auto, pusimos música y arrancamos los motores.

El recorrido fue tranquilo y pesado en algunos tramos, pues del D.F. hasta San Agustinillo (Oaxaca) hicimos 11 horas y eso que tan solo hicimos las paradas debidas para pagar las casetas y en la gasolinería para que no nos quedáramos a mitad del camino.

Ya por la tardecita, y luego de pasar por Puerto Escondido, llegamos a Mazunte y en casi un abrir y cerrar de ojos vimos un pintoresco letrero-mapa de ubicación que decía: Bienvenidos a San Agustinillo.

¡Aaaaah, por fin! exclamamos, y directamente buscamos el lugar que habíamos reservado con anticipación vía e-mail, "Un sueño", nombre de las cabañitas donde pasaríamos tres maravillosos días.

Al llegar, nos recibió un francés de carácter amigable y muy alivianado, el dueño del lugar, quien fascinado por la playa, había decidido construir este sitio y vivir en él, creo que un sueño que también compartimos mi acompañante y yo.

Luego de que nos mostraron la habitación, inmediatamente nos pusimos nuestros shorts, playera, gafas oscuras y chanclas para dirigimos a la zona de hamacas y pedir unas cervezas bien frías, las cuales bebimos sentados mientras mirábamos felices el mar, acción que repetimos algunas veces a lo largo de nuestra estancia. ¡Eso es vida caray!

Ahí conocimos a una pareja de sobrecargos muy amable (ella era mexicana y él alemán) , platicamos un poco con ellos. Uno siempre conoce gente cuando viaja, a veces interesante otras no tanto.

En las noches íbamos a comer a un restaurante italiano, altamente recomendable y barato bautizado como México Lindo Qué Rico ubicado justo a la orilla del mar. Ahí hacen unas pizzas muy buenas y mientras las degustábamos, nuestros pies descalzos jugaban con los granitos de arena.

La visita nos fascinó tanto que muchos años depués cada quien regresó pero por su cuenta y con otro acompañante. Sin embargo, ese recuerdo de haber conocido juntos este paraíso nadie nos los va a quitar.