Llegué por la tarde a este lugar, con mi mochila al hombro y con la emoción a flor de piel a pesar de haber viajado por más de nueve horas desde la caótica Ciudad de México. Ya había leído sobre Londres y la conocía gracias a libros, revistas, películas y documentales, pero nada mejor que vivirla, sentirla y admirarla.
Edificios de arquitectura medieval, neogótica, ecléctica y modernista, glamurosas tiendas, automóviles por todas partes, semáforos parpadeando a cada instante, policías bien vestidos dirigiendo el tráfico y gente caminando con paraguas en mano, fueron algunos de los elementos de la primera fotografía que quedó registrada en mi memoria.