Después de caminar cinco horas por el Centro Histórico de la Ciudad de México, nada mejor que comer y tomar una cervecita en una de las viejas cantinas que han sobrevivido y que además, se han hecho de nuevos adeptos, como Dos Naciones, autodenominado "Museo de tragos y arrabal".
Aquí no se discrimina y es bienvenido aquel que desee pasar un buen rato en compañía de amigos, familiares o bien solo y para desestrezarse. Tan sólo hace falta aventar un poquito las puertas de madera para entrar en una máquina del tiempo y trasladarse a la década de los 50.